NUESTRA HISTORIA
En un rincón de mis recuerdos, se encuentra una historia que ha marcado mi vida de
formas que solo el tiempo puede desentrañar. No es una narración de éxitos
deslumbrantes o fracasos espectaculares, sino un viaje de autodescubrimiento y
crecimiento.
En un rincón de mis recuerdos, se encuentra una historia que ha marcado mi vida de
formas que solo el tiempo puede desentrañar. No es una narración de éxitos
deslumbrantes o fracasos espectaculares, sino un viaje de autodescubrimiento y
crecimiento.
Desde el inicio, me llamaron Conejo Verde por mi distintivo pelaje, y el tiempo me demostró que este rasgo traería consigo una misión singular. No encajaba en el molde del conejo promedio; para mí, la vida era un torbellino de diversión, una explosión de creatividad y alegría contagiosa.
Cansado de las mismas rutinas de mi día a día, decidí emprender un viaje para adentrarme en mi propio destino. Después de recorrer diferentes países y culturas por todo el mundo, llegué a Mendoza, Argentina. La belleza de la región y el apasionado trabajo de los viticultores me cautivaron de inmediato; así decidí sumergirme en el mundo del cultivo de uvas y la producción de vinos.
Descubrí la unión secreta entre mi peculiar pelaje y el cultivo de la vid: una forma nueva de ver la vida, teñida de verde. Se preguntarán qué es ver la vida así, bueno, el color verde representa la esperanza, el optimismo, el entusiasmo y la energía. Decidí que iba a empezar a cambiar mi mirada, adoptando esta perspectiva.
La entrega y devoción que he volcado en la confección de mis vinos, son el reflejo de la pasión, el entusiasmo y la energía que he obtenido en este camino recorrido; el propósito es influenciar a cada persona que los prueba y que se atrevan a vivir lo desconocido, a explorar nuevos sabores y despertar emociones.